Soy Itziar Hernández Rodilla, licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidad de Salamanca (2001) y doctora en Traducción por la misma universidad (2016). Comencé a traducir profesionalmente al terminar la carrera, aunque mi ocupación principal fue un trabajo administrativo en Alemania. He vivido y trabajado también en Inglaterra, Irlanda y Bélgica.
Trabajo como traductora desde hace más de veinte años: primero como traductora y correctora interna en una empresa de traducción, y luego por mi cuenta. Aunque he compaginado la traducción comercial (técnica, medioambiental, económica, publicitaria…) con la editorial, últimamente me dedico en exclusiva a esta última.
Gané el Premio de Traducción Andreu Febrer de la Universidad de Vic en 2000, en 2012 nominaron una obra de teatro traducida por mí, Los dos gemelos venecianos, al Premio Max Revelación y en 2016 fui finalista del premio de traducción Esther Benítez. Traduzco al español, mi lengua materna, desde el inglés, el alemán y el italiano, y disfruto variando mis ámbitos de trabajo. Entre mis últimos retos de traducción se encuentran Virginia Woolf (Orlando, Al Faro, Un cuarto propio y Las olas, para la editorial Akal; La señora Dalloway y ¿Soy una esnob? y otros ensayos, para los clásicos ilustrados de Alma Editorial; y La señora Dalloway recibe, en edición crítica para Cátedra), Thomas Mann (La muerte en Venecia, para Navona), Stephan Zweig (Una historia de ajedrez, Carta de una desconocida y Mendel el de los Libros, también para Alma Editorial), Grazia Deledda (La hiedra, en edición crítica para Cátedra), Gertrude Stein (Aprender a escribir, con Paula Zumalacárregui) y Christine Brooke-Rose (para Greylock Editorial). He redactado y redacto aún, asimismo, contenidos, entre otros, para la sección Viajeros Urbanos del suplemento digital El Viajero (diario El País), larepublicacultural.es y El Trujamán del Centro Virtual Cervantes.
En mis ratos libres, leo mucho y bailo ballet. Adoro comer y me gusta cocinar para mis amigos. Mi gran sueño es tener un hotelito coqueto en el que se sirvan desayunos hasta bien entrada la tarde. Risueña, atrevida, enérgica y perfeccionista, como buena virgo. Creo en el trabajo bien hecho.